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La fuerza inquebrantable por tu libertad

Saroja (58), mamá de dos hijos, es un ejemplo de una vida construida ladrillo a ladrillo. Al llegar a Francia hace 31 años, comenzó "desde cero" y logró progresar gracias a un trabajo incansable. Se define por su paciencia y espíritu de lucha.

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"Siempre doy todo de mí para sacar lo mejor de mí misma."

Para Saroja, la libertad de ser una misma se resume en: "Hacer lo que tengo ganas de hacer" y progresar. Sin embargo, esta libertad todavía no es total en su día a día: "Tengo la impresión de tener que estar siempre en la lucha para alcanzar mi meta", confiesa, destacando su inagotable energía para concretar sus proyectos.

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"Siempre doy todo de mí para sacar lo mejor de mí misma."

Para Saroja, la libertad de ser una misma se resume en: "Hacer lo que tengo ganas de hacer" y progresar. Sin embargo, esta libertad todavía no es total en su día a día: "Tengo la impresión de tener que estar siempre en la lucha para alcanzar mi meta", confiesa, destacando su inagotable energía para concretar sus proyectos.

Orgullo, maternidad y confianza

Como mujer, Saroja reivindica el orgullo de haber "criado a sus hijos sola" y de haber avanzado constantemente a pesar de las pruebas.

La maternidad fue un catalizador para su confianza en sí misma. Fue después del nacimiento de su hijo cuando realmente comenzó a "construirse". No obstante, lamenta la notable falta de transmisión e información de su madre hacia ella con respecto a etapas esenciales de la vida de una mujer, como la menstruación, la maternidad y, sobre todo, el parto, que eran considerados temas tabú. Tuvo que hacer este "gran descubrimiento" sola.

Hoy, su apariencia física le resulta importante: "Tienes que ponerte guapa", pero aclara que lo hace "para mí misma", y no para la mirada de los demás, que ya no tiene importancia para ella.

Las cadenas del pasado rotos

Al ser preguntada sobre la presión de encajar en un molde, Saroja evoca el "miedo a no conseguirlo" y la lucha que supuso la crianza de sus hijos en solitario. Fue al superar este desafío cuando encontró su confianza.

Lo que la mantiene fiel a sus objetivos, incluso en las dificultades, son sus dos hijos.

Su mensaje a la Saroja más joven está marcado por el arrepentimiento: le habría animado a "no dejarse engañar" y a estudiar más, a cambiar esa vida marcada por las prohibiciones. Como la mayor, se le prohibían muchas cosas, incluso "hablar con un hombre" o "ser amiga de un hombre".

Un mensaje de fuerza para las mujeres

Su mensaje final a las mujeres que no se atreven a ser ellas mismas y a las jóvenes generaciones es un llamamiento vibrante a la autonomía y la fortaleza: "Me hubiera gustado decirles que sean fuertes primero y que no se dejen avasallar."

Basándose en su experiencia, insiste: tienes que avanzar en la vida y hacer lo que te apetezca, sin escuchar las miradas externas. Hoy, finalmente, aplica este consejo a sí misma, embarcándose en nuevas pasiones como clases de costura, bordado y senderismo, en un proceso de aprendizaje y relajación.

"Me hubiera gustado decirles que sean fuertes primero y que no se dejen avasallar."