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Una madre con amor incondicional

En el umbral de los cincuenta, Sylvie encarna la imagen de una mujer positiva, entusiasta y determinada. Lejos de los clichés de una puesta en escena demasiado "arreglada", esta apasionada de la naturaleza, el senderismo y las manualidades aceptó participar en la campaña «Libre de ser tú misma» como un "pequeño desafío", afirmando con fuerza su deseo de tener "su lugar", ni más ni menos que cualquier otra persona.

Emy Libre d'être vous

Un elogio a la libertad y la autenticidad

Para Sylvie, el camino hacia esta libertad de ser uno mismo está intrínsecamente ligado a la ausencia del miedo al juicio, una filosofía que vive a diario, describiéndose como "afortunada" por su entorno benévolo.

Sin embargo, concede que la mirada que tiene sobre sí misma —especialmente en cuanto a su apariencia— sigue siendo más importante que la de los demás, aunque nunca ha permitido que esto impacte negativamente en su vida.

Emy Libre d'être vous

Un elogio a la libertad y la autenticidad

Para Sylvie, el camino hacia esta libertad de ser uno mismo está intrínsecamente ligado a la ausencia del miedo al juicio, una filosofía que vive a diario, describiéndose como "afortunada" por su entorno benévolo.

Sin embargo, concede que la mirada que tiene sobre sí misma —especialmente en cuanto a su apariencia— sigue siendo más importante que la de los demás, aunque nunca ha permitido que esto impacte negativamente en su vida.

Maternidad y lecciones de vida: atreverse a decir no !

Al ser preguntada sobre el impacto de la maternidad, Sylvie evoca inmediatamente "más indulgencia" hacia su cuerpo, aceptando sin dificultad las evoluciones que son "parte de la aventura". Mirando hacia atrás, comparte una lección crucial que le hubiera gustado saber antes: el derecho a decir no.

"Podría habérmelo evitado", confiesa sobre las numerosas visitas en el hospital de maternidad que perturbaron sus primeros días con su bebé, donde inicialmente quería "complacer a todo el mundo". Esta toma de conciencia la ayudó a "crecer", permitiéndole ahora afirmar sus límites.

En cuanto a la confianza en sí misma, la madurez y las experiencias de la vida han jugado un papel fundamental. Su mensaje a su yo más joven es claro: "Hay que atreverse. Sobre todo, no hay que ponerse barreras." Una exhortación a intentar, aunque signifique equivocarse, pero a desterrar el arrepentimiento.

Un compromiso con la libertad de su hijo

La noción de libertad adquiere un giro particularmente conmovedor cuando Sylvie aborda la afirmación de la identidad de su hijo, un joven que eligió identificarse como tal después de dieciséis años vividos como una hija.
Lejos de haber intentado "hacer borrón y cuenta nueva" con el pasado, su hijo nunca renegó de sus primeros años, pero su cuerpo y su mente ya no estaban "en la misma sintonía".

Aunque rechaza el término "duelo" por respeto a los padres que realmente han perdido un hijo, Sylvie reconoce la dificultad de dejar de usar un nombre llevado durante dieciséis años, un ajuste que se hizo con "mucha benevolencia" por parte de su hijo.

Más allá de la dificultad, es la transformación de su hijo lo que la consuela.

"Sería un poco estúpido decir que era mejor antes"

Porque su hijo está ahora "más cómodo". Su único lamento es que su hijo no haya tenido que "hacer este camino", a no tener que pasar por todas estas pruebas.

Una madre con amor incondicional ante las pruebas

Frente al acompañamiento de su hijo, Sylvie descarta la idea de "coraje", considerando que no hay "otra opción" que ser un pilar. "No voy a dejar que gestione todo esto solo", insiste, consciente de las tragedias vividas por los niños transgénero aislados.

Reconoce que este camino ha fortalecido su vínculo y le ha dado a su hijo la "certeza de que no estará solo". A pesar de los temores parentales legítimos ante la posible hostilidad del mundo exterior, Sylvie y su marido se centran en el éxito de tener una familia "muy unida".

Su mensaje a las madres jóvenes que se construyen sobre la idea de lo que su hijo "debería ser" es un llamamiento a lo esencial: "¿Lo amamos más porque es una niña o lo amamos más porque es un niño? No estoy convencida." Lo importante es el niño, sin importar su género.

Hoy, Sylvie envía un mensaje de esperanza a su yo de hace diez años, animándola a "confiar en sí misma" y a recordar que la "finalidad" importa más que el camino "tortuoso".

Ella desea a su hijo su propia libertad de ser, para quien la identidad y la autoestima siguen siendo una lucha diaria. Una lucha por la cual Sylvie permanece, incondicionalmente, a su lado.